Niveles mínimos de vitamina D y muchas preguntas: «La suplementación en adultos sanos y sin factores de riesgo no demostró beneficios»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

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Del buen tiempo de este sábado, se pasará a unas jornadas lluviosas y frías a partir del lunes. En la imagen, gente disfrutando del sol en la playa de Mogor CAPOTILLO

Este nutriente es esencial para metabolizar el calcio y está implicado en el funcionamiento de los huesos, los músculos y el sistema inmunitario

12 may 2024 . Actualizado a las 17:43 h.

En los últimos años, la vitamina D ha emergido como una supuesta panacea para una variedad de problemas de salud, desde la depresión hasta la osteoporosis. Apoyándose en estudios que mostraron una tendencia de la población española a sufrir un déficit de esta vitamina, la industria de los suplementos ha lanzado diversas formulaciones para paliar esta presunta carencia, desde polvos en sobres hasta comprimidos y tabletas efervescentes, todo al servicio de nuestros niveles óptimos de este nutriente.

Esto llevó a que se disparara, a su vez, el uso de pruebas para medir la vitamina D en el cuerpo y comprobar si existe, efectivamente, un déficit en el paciente. No se trata solo de analíticas de laboratorio solicitadas por médicos de cabecera, sino de pruebas de farmacia que las personas pueden realizar en su casa y que pueden adquirirse por valores de hasta 45 euros. Sin embargo, detrás de la proliferación de pruebas y suplementos se esconde una motivación comercial. En muchos casos, estas pruebas son innecesarias. Pero los reclamos y el márketing generan confusión entre los consumidores. ¿En qué casos es, realmente, necesario preocuparse por la vitamina D?

Qué es la vitamina D

Lo primero que hay que entender es que la vitamina D no es, verdaderamente, una «vitamina» como tal. «Se trata en realidad de una prohormona que, en su mayor porcentaje, se produce en la piel tras la exposición a la luz solar, para después viajar al hígado y cambiar su estructura, y llegar al riñón, destino final donde se transforma en su forma activa», detalla la endocrinóloga Estela Benito Martínez.

La vitamina D es un nutriente necesario para la salud. Ayuda al cuerpo a absorber el calcio, lo que resulta fundamental para prevenir problemas óseos. Además, el organismo utiliza la vitamina D para otras numerosas funciones. Los músculos la necesitan para el movimiento y los nervios para transmitir mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo. La vitamina D es indispensable para que el sistema inmunitario pueda combatir las bacterias y los virus que lo atacan.

«Existe un creciente interés por esta vitamina en los últimos años, tanto por su papel a nivel del metabolismo mineral óseo como por sus efectos extraesqueléticos, como los relacionados con la modulación del sistema inmune o su papel protector en la endometriosis y efecto positivo sobre la fertilidad en el síndrome de ovario poliquístico», observa Benito.

Qué es el déficit de vitamina D

La vitamina D se mide mediante un análisis de sangre que establece un resultado en nanogramos por mililitro. Actualmente, no hay un consenso a nivel global sobre los niveles de vitamina D considerados normales. Los parámetros varían entre diferentes países, ya que, como explica Benito, «hay guías que establecen la normalidad por encima de 20 y otras por encima de 30».

A nivel nacional, la Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (Seiomm) recomienda concentraciones por encima de los 30 ng/ml. «Sin embargo, como siempre en medicina, hay que individualizar, porque la cifra de 20 ng/ml considerada normal para algunas sociedades resulta insuficiente para una persona con osteoporosis, por ejemplo. Lo que sí se mantiene de forma homogénea es que los valores por debajo de 10 ng/ml se consideran deficientes», aclara Benito.

«La prevalencia de deficiencia de vitamina D en nuestra población es alarmante. Según un estudio del Grupo de trabajo de Osteoporosis y Metabolismo mineral de la Seen, se han descrito valores de vitamina D por debajo de 20 ng/ml en un 80 a 100 % de las personas en población española mayor de 65 años y en un 40 % de los menores de 65», observa en este sentido la doctora Benito.

Cuando un paciente sufre un déficit de vitamina D, lo más probable es que su calidad de vida a corto plazo no se vea alterada, ya que esta carencia no presenta síntomas cuando es puntual. El problema surge cuando el déficit se mantiene a lo largo del tiempo. Dado su papel fundamental para el mantenimiento de los huesos, unas cantidades insuficientes de vitamina D pueden provocar osteoporosis e incluso fracturas, así como alteraciones del metabolismo fosfocálcico o dolor óseo.

El déficit «se ha relacionado con otros efectos extraóseos, como enfermedades autoinmunes, dermatológicas, diabetes, obesidad e incluso algunos tipos de cáncer, porque la vitamina D regula más de 200 genes en nuestro cuerpo», apunta la endocrinóloga María Cortés Berdonces, coordinadora del grupo de metabolismo mineral y osteoporosis de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Seen).

«En general los niveles de normalidad, salvo pequeñas variaciones, son aceptados por la mayoría de sociedades científicas, y son aquellos que no producen cambios a nivel del metabolismo fosfocálcico», aclara Cortés.

Qué hay detrás del déficit

Para que el organismo obtenga vitamina D a partir de la exposición a la luz solar, es necesario que se produzca una reacción química en la piel que se activa con la radiación ultravioleta de tipo B. El problema es que los rayos UVB representan alrededor de un 5 % del total de la radiación que recibimos del sol. Y cabe señalar que estos rayos no son los responsables de la pigmentación que se genera con el bronceado (de ello se encargan los UVA), por lo que el color de la piel tras la exposición solar no es necesariamente un indicativo de la absorción de este nutriente.

Al mismo tiempo, la síntesis de vitamina D a nivel cutáneo puede verse afectada por múltiples factores, como la edad, el uso de protector solar, la zona geográfica y las condiciones climáticas. Hay que tener en cuenta también que solo un 10 % de la vitamina D que obtiene nuestro cuerpo proviene de la alimentación. Todas estas circunstancias confluyen para llegar a un panorama actual en el que el déficit de este nutriente afecta a entre un 40 y un 50 % de la población mundial, como explica Cortés.

«Parece curioso que, en nuestro país, con más de 2.500 horas de sol al año y tanta afición por estar al aire libre, exista este déficit de esta vitamina. Esta paradoja se explica por factores como el uso de cremas con filtro UV, la baja ingesta de alimentos ricos en vitamina D y la falta de alimentos enriquecidos con este nutriente como sí los hay en los países nórdicos. Además, estamos a una latitud por encima de 37°N. La mayor parte de la península se encuentra por encima de este paralelo. Esto hace que los rayos UV no incidan de manera tan directa», señala Benito.

«En población general y especialmente en ancianos, la causa más frecuente de niveles no óptimos de vitamina D es el estilo de vida sedentario y la institucionalización, que provocan falta de exposición al sol», señala una guía elaborada por la Axencia Galega para a Xestión del Conecemento en Saúde (Acis), del Sergas.

Y estos son solo algunos de los motivos que explican la falta de vitamina D a nivel poblacional. La alta prevalencia del sobrepeso y la obesidad también son factores a considerar, ya que «la grasa “secuestra” la vitamina D al ser liposoluble y baja sus niveles en sangre», añade Benito. Y a todo ello se suma la toma de medicamentos que pueden interferir con la activación de la vitamina en el hígado, tales como los antiepilépticos, señala Berdonces. Además, «hay patologías que producen una malabsorción, como la enfermedad inflamatoria intestinal o la enfermedad celíaca. Otras enfermedades del riñón o del hígado afectan al sistema endocrino de la vitamina D y su activación, como la insuficiencia renal o hepática», explica Cortés.

¿Cuándo preocuparse?

Según recoge la guía de la Acis, en los últimos años, ha habido un aumento en el número de determinaciones analíticas de la vitamina D y en el número de suplementos que han sido prescritos. «Esta situación fue causada por la suposición de una asociación entre los niveles no óptimos de vitamina D y resultados adversos en varias condiciones clínicas, diferentes de las relacionadas con la deficiencia (raquitismo y osteomalacia)», observa el organismo.

Tras una revisión sistemática del uso adecuado de la vitamina D, la Acis concluyó por consenso de un grupo multidisciplinar de profesionales clínicos, que «no es necesario determinar los niveles de vitamina D en adultos sanos asintomáticos y sin factores de riesgo para el déficit de vitamina D. La suplementación en este grupo de población, no demostró beneficios».

«A pesar del creciente del interés de la población por esta vitamina y el importante aumento de solicitudes analíticas por parte de la comunidad médica, el cribado del déficit de vitamina D no debería hacerse a toda la población y solamente está indicado en aquellas personas que entren dentro del grupo de riesgo», indica Benito.

«Las personas en riesgo y que sí deben vigilar sus niveles de vitamina D son, sobre todo, las de raza no caucásica, las de edad avanzada, las personas institucionalizadas y las que tienen una exposición solar restringida por distintos motivos, como la ubicación geográfica. Otros factores de riesgo son el tabaquismo, la obesidad, particularmente cuando hay acumulación de grasa abdominal, el síndrome de malabsorción, haber tenido una cirugía bariátrica, la insuficiencia renal o hepática, la osteoporosis, la historia de fractura, el embarazo y la lactancia. También el uso de algunos fármacos, como los corticoides, antiepilépticos, antirretrovirales o antifúngicos», señala Cortés.

Suplementos: ¿sí o no?

Tomar suplementos de vitamina D sin control ni indicación por parte del médico no es aconsejable. «En población general, que no tenga ningún factor que predisponga al déficit de vitamina D, es suficiente con la exposición solar adecuada, unos 15 minutos al día, en los meses de marzo a octubre, con protección solar mayor o igual a 30. Esto se consigue con un simple paseo al sol. Además de una alimentación variada que incluya alimentos que contengan vitamina D como el salmón, atún, sardinas o caballa en lata, hongos o setas», apunta en este sentido Cortés.

Hay que tener en cuenta que, como señala Cortés, «un exceso de vitamina D podría tener consecuencias como la hipercalcemia. Si se mantiene de forma prolongada, esta hipercalcemia podría causar daño renal. La intoxicación con suplementos de vitamina D no es muy frecuente, pero puede ocurrir y por eso la suplementación debe ser supervisada». Asimismo, es importante saber que nunca tendremos un exceso de vitamina D por el sol, porque la cantidad que puede producir la piel es limitada.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.